eso que se va la gente
En el mes de mayo, hicimos 3 hermosas y fabulosas funciones en el Teatro Real.
Tuvimos muchísimo publico. Muchisima gente vino a conocer, a ver por primera vez una obra de Hemoficción. Y también vinieron algunos de esos que viene a todos los estrenos y hasta repiten para sentir que entendieron un poco más de la obra.
en esas funciones, algunas personas se levantaron y se fueron. en relación a la cantidad de espectadores, fueron un puñado. Pero eso causó gran sensación entre amigos, periodistas y hasta en una de las actrices del reparto.
Este suceso aún sigue siendo tema de conversación. Obviamente, es importante. Y es importante porque es una señal de que estamos haciendo algo incómodo. Y si es incómodo, tenemos muchas posibilidades de que sea importante para nosotros, para la humanidad.
Suena a mucho, pero es mi deseo. Nuestro deseo. No hacemos teatro para que sea bonito. hacemos teatro para que percuta en una sociedad que queremos cambiar. que sabemos cambiará. Y por eso con cada obra, damos un golpe de martillo en las bases de este mundo que queremos cambiar.
Si la gente se va del Real y no de Espacio Máscara o Casa Grote, también es porque un espectador al Real va a buscar algo que nosotros ese día, no dimos. Y eso es un orgullo. El teatro, que yo hago, no institucionaliza, rompe. y entonces, el que va al teatro a ver lo que no incomoda, con una obra de Hemoficción se siente estafado.
También, gente que se fue, nos contó que se había ido porque, a pesar de que le gustaba, era demasiado. Como cuando dejas la mitad un plato exquisito, pero que te ha llenado.
Comento todo esto porque ayer, en una entrevista radial, salió otra vez el tema. Y volví a pensarlo todo otra vez y a recordarlo una vez más.
Me gusta que a tres meses del estreno, sigamos hablando de lo que pasó.
Tuvimos muchísimo publico. Muchisima gente vino a conocer, a ver por primera vez una obra de Hemoficción. Y también vinieron algunos de esos que viene a todos los estrenos y hasta repiten para sentir que entendieron un poco más de la obra.
en esas funciones, algunas personas se levantaron y se fueron. en relación a la cantidad de espectadores, fueron un puñado. Pero eso causó gran sensación entre amigos, periodistas y hasta en una de las actrices del reparto.
Este suceso aún sigue siendo tema de conversación. Obviamente, es importante. Y es importante porque es una señal de que estamos haciendo algo incómodo. Y si es incómodo, tenemos muchas posibilidades de que sea importante para nosotros, para la humanidad.
Suena a mucho, pero es mi deseo. Nuestro deseo. No hacemos teatro para que sea bonito. hacemos teatro para que percuta en una sociedad que queremos cambiar. que sabemos cambiará. Y por eso con cada obra, damos un golpe de martillo en las bases de este mundo que queremos cambiar.
Si la gente se va del Real y no de Espacio Máscara o Casa Grote, también es porque un espectador al Real va a buscar algo que nosotros ese día, no dimos. Y eso es un orgullo. El teatro, que yo hago, no institucionaliza, rompe. y entonces, el que va al teatro a ver lo que no incomoda, con una obra de Hemoficción se siente estafado.
También, gente que se fue, nos contó que se había ido porque, a pesar de que le gustaba, era demasiado. Como cuando dejas la mitad un plato exquisito, pero que te ha llenado.
Comento todo esto porque ayer, en una entrevista radial, salió otra vez el tema. Y volví a pensarlo todo otra vez y a recordarlo una vez más.
Me gusta que a tres meses del estreno, sigamos hablando de lo que pasó.